Perdidos en Tokio

Esto mas alla de ser una frase trillada es lo que estamos de cierta forma viviendo en esta gran ciudad, nuestro primer destino, en este sueño hecho realidad.

El problema que tenemos es la falta de medios de comunicacion. Por lo poco que hemos visto, Tokio no se ha preparado muy bien para los turistas extranjeros, ya que muy poca gente domina el ingles (esto logicamente segun nuestra experiencia personal).

Lo que sí merece ser destacado, es la calidad y calidez de la gente. A modo de ejemplo, cuando le preguntábamos a alguien acerca de como llegar a un determinado lugar, en inglés, no solo no nos entendian, sino que cuando trataban de decirnos algo, nos respondian en japones, lo que al fin de cuentas, y sin contar el stress que genera estar "perdido" resultaba bastante cómico. Pero lo interesante fue que ya unas cuantas personas, muy abocadas en ayudarnos, se desviaron para acompañarnos hasta un lugar en donde estuvieramos mas encaminados a nuestro destino. Incluso recuerdo a uno que, al mostrarle el mapa para indicarle a dónde queríamos ir, lo apoyó en el suelo, se hincó, y trató de guiarnos marcándonos el recorrido a seguir en nuestro mapa. Esa actitud del amigo japonés nos dejó bastante sorprendidos a todos nosotros.

Pero retrocediendo un poco en el tiempo, debo hacer una mencion al agotador e interminable vuelo hacia Tokio. Desde Montevideo salimos al aeropuerto de Ezeiza a las 18.30 horas del miercoles 9 de mayo de 2007, en una despedida muy linda que tuve con mis familiares mas queridos. Pero ya desde ahi surgieron las demoras. El vuelo de Buenos Aires a Washington duro unas 10 horas y 30 minutos aproximadamente, lo que sumado a las 5 horas de espera en el Dulles airport de Washington, y las 14 horas de vuelo a Japon, resultaron interminables. Sin lugar a dudas, la parte del viaje que más me gustó, fue el vuelo a Tokyo, ya que sobrevolamos la hermosa Alaska, y pudimos ver su cadena montañosa y grandes lagos, todo absolutamente cubierto de nieve y hielo. Ver eso resultó absolutamente hermoso.

Al llegar a Japón, todo nos parecía muy extraño. Ya desde el primer momento podíamos apreciar las diferencias que hay con nuestro país. Todo electrónico, con botones por todos lados, autos y algunas contrucciones raras... Y la gente es absolutamente cordial. Desde el primer momento me di cuenta de eso... En el aeropuerto, buscando la salida, y tratando de comunicame con la gente, y con todas mis manos ocupadas por valijas, bolsos y documentos, olvidé el bolso con mis cámaras de fotos y de video en uno de los tantos mostradores de aduana, y me fui, junto con el resto de mis compañeros del grupo. Al poco rato, y yo sin haberme percatado de ese olvido del "paquete", prácticamente corriendo detrás nuestro se acerca un oficial de la policía con mi bolso en su mano, preguntando de quien era... Realmente me pareció increible esa actitud... y yo eternamente agradecido con ese amable desconocido.